domingo, 11 de diciembre de 2016

"La carga del hombre blanco"-W. Easterly.

Este post va relacionado con un libro de William Easterly, experto en materia de desarrollo. El libro, a grandes rasgos, busca explicar por qué la grandísima cantidad de recursos y dinero invertido en la pobreza no han servido aún para solucionar la situación de precariedad de ochocientos millones de personas que están por debajo del umbral de la pobreza.
William Easterly (vía http://www.williameasterly.org/)
La obra de Easterly se enmarca dentro de una situación muy particular; este economista era empleado del Banco Mundial y experto en las políticas de dicha institución. Sin embargo, criticó ampliamente las proposiciones y acciones del Banco Mundial, lo que le valió el despido: este libro no es sino su respuesta a esta decision. En particular, destaca su conflicto con Jeffrey Sachs, que está citado en muchos puntos del estudio.
Este libro supone una verdadera crítica de las políticas del Banco Mundial, y de rechazo de las asociaciones e instituciones que cooperan con ellos: FMI, Unión Europea y un largo etcétera. Básicamente, Easterly define a los burócratas de dichas asociaciones como "planificadores". Un planificador tipo es alguien que pretende tener las respuestas para todo, sin vislumbrar más allá de sus propias ideas. Frente a esa figura surge la del buscador, alguien que es capaz de apoyarse en otros elementos y pretende realizar planes más pequeños y centrados.

Easterly habla de dos características en materia de planes a gran escala sobre desarrollo: retroalimentación y responsabilidad. Son dos elementos que pretende imponer en cualquier plan; la retroalimentación es simplemente buscar contactos con los receptores de la ayuda, para corregir lo que no funciona. La responsabilidad no es otra cosa que el intento de buscar algún culpable si el plan no está bien creado o no funciona bien. 
Ahora bien, uno de los problemas claves de estos países es claramente el cúmulo de malos gobiernos y mala distribución de las ayudas. Ante esto, Easterly plantea algo muy interesante: la democracia, por lo menos en muchos ejemplos actuales, no es capaz de distribuir correctamente las ayudas. O por lo menos, una dictadura en muchos casos lo hace mejor. 
Otra idea clave del libro es el rechazo a la denominada "Teoría del Gran Empujón". Esta simplemente dice que todos los países del mundo deben, para salir de la pobreza, recibir enormes créditos de diversas instituciones para sobrellevar y superar sus problemas a medio y largo plazo. Easterly carga contra esta filosofía, expresándola como la "manifestación de la carga". 
Pero la clave de esta manifestación no es sino la acumulación compuesta de malos gobiernos, elevada deuda externa y sobre todo, la poca ayuda real que reciben. Está muy bien, dice Easterly en resumen, los grandes planes que proponen soluciones perfectas y maravillosas (de hecho, eso es lo que les hace tan populares). Sin embargo, estos planes maravillosos no se corresponden con los resultados idílicos que proponen (y no es precisamente por falta de dinero). 

Uno de los grandes obstáculos con los que se encuentran a la hora de distribuir la ayuda es el receptor, es decir, quién ha de ser el encargado de recibir la ayuda y distribuirla. No se trata de la cantidad, sino de dónde entregarla. Y para ello, hacen falta gobiernos buenos. ¿Y por qué los países pobres no tienen buenos gobiernos? ¿Por qué no hay una burocracia que se preocupe por ellos? ¿Por qué se invierte tanto y no llega el dinero donde debe llegar? 
La respuesta, dice Easterly, está en la enfermedad holandesa. Esta supone a día de hoy la causa de que economías con enormes rentas de recursos naturales (petróleo. oro, minería) estén sufriendo procesos de hiperinflación, crisis, deudas externas sobredimensionadas y traumas a nivel tanto macro como microeconómico. Por ejemplo, economías como Nigeria están sufriendo a día de hoy auténticos pinchazos y crisis. 
El caso de Nigeria es mucho más llamativo. Este país es un auténtico gigante a nivel económico, con un potencial realmente espléndido. Su problema se basa en una verdadera crisis a nivel institucional. Aunque hayan recibido verdaderas montañas de capital de diversas instituciones económicas internacionales, y tengan cantidades de petróleo enormes, el país no es capaz de remontar la crisis que vive. El origen de esta está en la enfermedad holandesa; un país que recibe gran cantidad de capital de forma repentina se suele hundir, sobre todo si no tiene fuerza institucional. En concreto, Nigeria vivía del cultivo de cocos y productos similares; cuando se descubrió petróleo, todas estas exportaciones dejaron de ser rentables. Cuando el sector del petróleo se hundió, la economía del país se vio irremisiblemente arrastrado a la quiebra. 
Petróleo de Nigeria (vía www.waado.org)
Todo esto viene relacionado con la mala gobernabilidad del país. Esto no es nada nuevo, sino que viene de la etapa colonial. Easterly establece una relación clara entre los países coloniales y países que no fueron jamás colonizados. Los primeros (Somalia, Tanzania) son en general auténticos despropósitos en todos los aspectos. Frente a ellos, Easterly cita el caso de Japón como un ejemplo de desarrollo "desde casa". Es importante la historia de Japón para conocer el caso: Japón, al contrario que otros países inflados a créditos, no copió técnicas occidentales en ningún momento. Ni siquiera les hizo falta el mecenazgo de nadie para sobrellevar la situación. Y, como ilustra con datos macroeconómicos Easterly, ahora son la segunda economía del mundo, sobreviviendo a la Segunda Guerra Mundial y a la crisis de 1990

En conclusión, ¿es difícil que estos países sean capaces de superar sus problemas por sí solos o necesitan estos planes tan espectaculares y tan caros?¿Es la Teoría del Gran Empujón la solución definitiva o el gran error?




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