martes, 22 de noviembre de 2016

El papel de los anarquistas en España (1870-936).


Aunque no son tan conocidos como los comunistas y otras ideologías de extrema izquierda, en España se desarrolló (y aún sigue presente, aunque ha perdido mucha fuerza) un movimiento anarquista de gran calibre y violencia. Es una historia llena de atentados, terrorismo y sangre: sin ir más lejos, son especialmente famosos los asesinatos de Eduardo Dato, Canalejas y Cánovas del Castillo, tres presidentes del gobierno caídos en ataques anarquistas.
  1. Anarquismo en general. Orígenes. 
Al hablar de anarquismo, lo primero que viene a la mente de prácticamente cualquiera es la ausencia de poder, el caos, el vacío. Ahora bien, ¿qué es? ¿De dónde surge? ¿Realmente es tan violento y oscuro como se cree?
Aunque se aprecian algunos indicios de anarquismo en algunos lugares de la filosofía clásica, generalmente griega (aporta mucho al respecto el artículo del país http://elpais.com/diario/2010/10/30/babelia/1288397533_850215.html), el anarquismo moderno como tal nace de la mano de Proudhon. Este pensador aparece en la esfera pública a partir de los años 40 del siglo XIX, grajeándose las simpatías de Karl Marx en un principio (es muy utilizada su definición de propiedad como un robo). Proudhon (1809-1865) era hijo de un tonelero de origen francés: su padre ya le influenció con su pensamiento ideal, del cual se extrae una de sus máximas: la ganancia no es más que ingreso no ganado, no merecido. Supuso un antes y un después en la política y los movimientos obreros. 
Inspirado por algunos utópicos franceses como Fourier, fue verdaderamente crítico con los sistemas de gobierno que conoció. Pronto se destacó por ser un referente entre las masas obreras, al nivel prácticamente de Marx al mediados del siglo XIX. Sus dos aportaciones principales son la filosofía mutualista (primera proyección económica del anarquismo) y una obra que quedaría como clave en la formación ideológica de la Primera Internacional Obrera: "De la capacidad política de la clase obrera".
Aunque hay otros pensadores de gran influencia (como Malatesta o Bakunin), el más importante a nivel español es Proudhon.
Al contrario que otras ideologías, el anarquismo tiene múltiples vertientes y formas de expresión que se agrupan bajo ese nombre: no existe un anarquismo como tal, sino la suma de una serie de colectivos agrupados bajo ese nombre que comparten una serie de características comunes. Estas son, a grandes rasgos, la defensa de la toma del poder mediante una revolución espontánea y obrera que agrupe a estudiantes y campesinos: la concepción de la naturaleza humana como la libertad absoluta; y la concepción de una sociedad solidaria en la que no existe la libertad individual sin la colectiva. A partir de estos principios destacan cinco corrientes principales (extraídas de http://historiaybiografias.com/anarquismo/). 
1) Individualistas y nihilistas. Max Stirner (1806-1856) plasmó en El único y su propiedad una visión individualista del hombre, despojado de cualquier referencia social. Exalta como único valor el «yo», preconizando una «unión de egoístas» y el enriquecimiento personal sin ninguna solidaridad. Esta interpretación dedvó en el nihilismo, que rechaza cualquier principio moral o ley natural.
2) Mutualistas. Seguidores de Proudhon, creyeron en la resolución del problema social sin violencia. El cambio llegaría de la proliferación de sociedades de apoyo mutuo que aseguraran la justicia a través del intercambio recíproco de bienes, servicios y valores morales.
3) Anarco-colectivistas. También llamados bakuninistas, en honor del ruso Mijail Bakunin (1814-1876), impulsor del movimiento anarquista en Europa. Bakunin heredó de Proudhon el federalismo y la importancia concedida a las asociaciones de obreros. En cambio, entendía que la violencia era consustancial a la revolución. Cataloga al campesinado no propietario como el principal motor revolucionario y defiende la colectivización de los medios de producción a cargo de instituciones (comunas) de voluntaria integración, pero manteniendo el salario como forma de distribución de la producción.
4) Anarco-comunistas. El príncipe ruso Piotr Kropotkin (1842-1 921) revitalizó el anarquismo sobre fundamentos científicos y con un componente ético más acusado. En contra de los anarco-colectivistas, negó la validez del salario como forma de retribución en la sociedad futura. El principio «de cada uno según sus recursos, a cada uno según sus necesidades» recoge el espíritu de esta escuela, cuyo proyecto se denomina comunismo libertario. 
5) Anarco-sindicalistas. Esta doctrina predica la fusión del anarquismo con el sindicalismo. El sindicato se convierte en el centro de la actividad obrera y los medios de lucha y concienciación se amplían. Incluían una nueva táctica, la huelga general, con la que se pretendía el colapso del sistema capitalista , y en última instancia, la revolución.
Aunque sus similitudes con el comunismo y el socialismo científico son más que evidentes, su diferencia principal radica en la concepción de la historia (fuerza individual frente a social) y el poder (destruirlo frente a tomarlo). Quizás, estas dos confrontaciones explican el por qué el anarquismo ha sido mucho más castigado y perseguido que el comunismo. 


1.Anarquismo en España. Orígenes. 
 
Aunque parezca que las teorías marxistas y todo lo que de ellas deriva haya ganado la batalla para llevar la voz cantante en el movimiento obrero a nivel ideológico, el anarquismo ha tenido enorme fuerza a lo largo de mucho tiempo en países de todo el mundo; sin ir más lejos, España ha sido considerada desde el principio como uno de los referentes por su desarrollo, su fuerza y su capacidad de acción. Ya a comienzos de la industrialización se vivió en Cataluña una serie de ataques de Ludismo que dejó sentado un precedente de lo que sería luego el tan temido anarquismo catalán. 
En concreto, algunos expertos tienden a identificar diversos hechos de la historia española (muy tendente a levantamientos populares) como muestras de que la revolución anarquista, de carácter espontáneo, podría llegar en cualquier momento; no hay que olvidar levantamientos campesinos de todas las índoles, aparte de revoluciones en toda regla (como la propia Guerra de la Independencia). 
Políticos españoles del siglo XIX fueron muy influenciados por el pensamiento anarquista: sin ir más lejos, Pi y Margall (presidente de la I República) conoció y admiró la obra del ya citado Proudhon, además de traducir libros vinculados con el anarquismo ("La filosofía del Progreso"). Muchos miembros de su partido, al ser este disuelto, nutrieron las filas del movimiento anarquista. 

El anarquismo en España fue verdaderamente conocido y seguido a partir de la I Internacional: Bakunin envió a un colaborador suyo, Fanelli, para que consiguiera adherir militantes españoles a su causa. Y, como quedó claro posteriormente, lo consiguió. Tras sembrar el germen en Madrid y Barcelona, el movimiento se fue extendiendo prácticamente sólo  por toda la península (destacando Valencia y Andalucía). 
Ahora bien, se produjo un hecho realmente trascendente en la historia del movimiento obrero y que supuso la separación irreconciliable de anarquistas y socialistas: Marx y Engels decidieron expulsar a Bakunin de la Internacional, tras el congreso de La Haya. Corría el año 1872. A partir de aquí, los anarquistas en general se organizaron por su cuenta, y la Federación Española (compuesta principalmente por anarquistas) expulsó a la tendencia socialista de su seno: estos, entre los cuales estaba Pablo Iglesias, constituyeron el embrión del futuro PSOE. 
Las cosas se recrudecieron tras aquel hecho: el anarquismo español, cada vez más numeroso, se apropió definitivamente de la Federación Española y apoyó sin temor la conferencia de Saint-Imier, promovida por los líderes anarquistas. 
Paralelamente, el Sexenio Revolucionario en España se llevaba por delante al rey Amadeo I; los izquierdistas españoles de todas las tendencias vieron la oportunidad única para tomar el poder. La posterior revuelta cantonalista generó una ola de violencia en la que el ejército español asumió el mando práctico del país y aplastó la sublevación obrera. Por ello, se inició una verdadera campaña de odio desde la prensa hacia los anarquistas en particular, lo que conllevó que fueran declarados ilegales y pasaran a la clandestinidad. 
En 1875, Sagasta legalizó este tipo de asociaciones. Por ello, la Federación volvió a agruparse públicamente. Sin embargo, en determinados lugares como Andalucía sufrieron fuertes persecuciones y condenas a muerte; por ello, se generó la ruptura entre los que deseaban continuar con las huelgas violentas y los crímenes y los que deseaban relajar un poco la tensión. Esta escisión originó problemas en el seno del movimiento, hasta el punto de que la Federación se extinguió. 

2. Auge de la violencia. La CNT. Atentados más sonados.
 
Se llega al punto clave del movimiento anarquista español: la violencia. A raíz de un congreso celebrado en Bélgica en 1877, la corriente en general se radicalizó sin ningún tipo de complejos, abogando por los atentados de todo tipo. Tras intentos fallidos sobre el Káiser Guillermo, en España llegaron de la mano de dos jóvenes a finales de los setenta: ambas tentativas, aunque carecían de organización y estructura (y muy posiblemente fueran simples ciudadanos rasos, que no tenían vínculos fuertes con el anarquismo), sirvieron para dos cosas. Por un lado, para demonizar la militancia de partidos de esta clase. Por otro, estos tomaron conciencia del verdadero pánico que podían causar en la burguesía al atacar de esta forma.
A lo largo de los años venideros, el anarquismo se recrudeció. En España, se produjeron atentados contra prácticamente cualquier elemento representativo de estado, el ejército o la Iglesia. Martínez Campos sobrevivió a un intento de bomba. El Corpus de Barcelona de 1896 estuvo manchado de sangre, lo que generó una fuerte represión sobre anticlericales y anarquistas. Un año después Cánovas del Castillo es asesino a balazos en un balneario; Maura salió ileso por muy poco de un atentado con explosivos en 1904, dos años antes del intento de asesinato de los Reyes de España durante un paseo por Madrid. Canalejas y Eduardo Dato, ambos presidentes del gobierno, fueron tiroteados a principio del siglo XX.
También estuvieron presentes en los hechos más sangrientos del inicio del siglo pasado en España: especialmente destacado fue su papel en la Semana Trágica de Barcelona, revuelta originada por las guerras en Marruecos y las levas, que generaban enormes cantidades de muertos. A lo largo y ancho de Barcelona, los diversos componentes del movimiento obrero se levantaron en armas con tal ímpetu que el estado envió a más de diez mil soldados para controlar una revuelta que adquirió carácter de guerra urbana en muchos momentos. 
Se aprecia igualmente la participación anarquista en hechos como la huelga de 1917, también con sede en Barcelona. En una protesta por el deterioro de las condiciones de vida de los obreros (forzados hasta el límite por la inflación, la bajada de los salarios y la pérdida de nivel de vida), anarquistas y comunistas se levantaron en una huelga con carácter revolucionario. Se escenificó el acercamiento entre la UGT y la CNT (sindicatos de ambos movimientos), que contribuyó a que el movimiento obrero se dejara sentir en toda la zona industrial española. 
En 1910, se funda en Barcelona la CNT (Confederación Nacional del Trabajo), en respuesta a la UGT. Esta asociación, de ideología anarquista, tuvo verdadera fuerza en los años siguientes. Compuestos como un sindicato, su extenso programa político y sus medidas sociales hicieron que creciera sin techo en la difícil etapa de la Primera Guerra Mundial.
Como se puede ver, el anarquismo vivió una etapa de auge y radicalidad en este momento. Entre las causas se halla sin duda la existencia de una prensa muy amplia a su favor, así como una represión realmente fuerte en su contra por parte de los patrones, temerosos de una nueva Comuna de París. Esta presión generó precisamente el efecto contrario, como es manifiesto (más información en http://brevehistoriadelmovimientoanarquista.blogspot.com.es/2012/09/una-breve-historia-del-anarquismo_11.html)

3. Primo de Rivera y el anarquismo.

Tras la caída del gobierno civil, en 1923 sube al poder Primo de Rivera como solución del régimen a una verdadera crisis interna. Este adoptó una posición bastante común en la época en un principio: intentó atraerse a la UGT, mientras que rechazó de plano el anarquismo en cualquiera de sus manifestaciones. Ello le llevó a querer controlar a la CNT a toda costa, por lo que les sumió en una virtual clandestinidad mediante la encarcelación o expulsión del país de sus líderes, su fomento del pistolerismo y los ataques reiterados a sus militantes. Todo ello culminó con la prohibición tras el asesinato de un verdugo civil en Barcelona a su completa ilegalización. Muy debilitados, tras la caída de Primo se volvieron a reorganizar y fueron protagonistas de hechos sonados. 
Quizás, la verdadera particularidad del anarquismo en España consiste en la importancia que se se le dio a las asociaciones; generalmente organizados a lo largo de Europa en grupos diversos por ideología o simpatía, los anarquistas españoles crearon la FAI en 1927 como una forma de organización y extensión del movimiento. Este hecho fue un gran paso, aprovechando la debilidad cada vez más notoria del régimen de Primo. 

4. La II República.

Aunque estarían al borde de prácticamente desaparecer con el franquismo, los hechos más conocidos y notorios de la acción anarquista en España estaban por llegar justo antes de la Guerra Civil española. Se trata en concreto de dos hechos: Casas Viejas (1933) y la Revolución de 1934. 
El primero fue uno de los momentos más turbios del gobierno de Azaña, y que llevó a su caída unos meses después. En Casas Viejas, Cádiz, varios militantes anarquistas de la CNT se sublevaron y atacaron el cuartel de la Guardia Civil, matando a varios agentes. La respuesta del gobierno fue muy rápida, enviando decenas de miembros de las fuerzas de seguridad. Estos emprendieron prácticamente una masacre contra todo aquel que fue acusado de anarquista, matando a 23 personas. Este hecho fue investigado y supuso el fin del gobierno de Azaña.
La Revolución de 1934 fue el segundo gran levantamiento anarquista en aquellos años. En conjunto con otras facciones obreras (alentados por figuras como Largo Caballero), se levantaron miles de obreros contra la entrada de la CEDA (partido de derechas conservador español) en el gobierno. Aunque fue muy amplia, con enorme incidencia en Cataluña o el País Vasco, donde la CNT presionó en favor de esta fue en Asturias. Allí, se aliaron con la UGT en la "Unión de Hermanos Proletarios" y dirigieron una insurrección minera de tamaño calibre que generó ataques contra iglesias, conventos, fábricas y cuarteles militares y de la Guardia Civil. El gobierno, tras evidentes problemas para controlar la sublevación (que adquirió una vez más tintes de Guerra Civil) fue implacable en la posterior represión de los implicados. 

Tras un periodo de expansión final en la Guerra Civil, con el franquismo fueron realmente maltratados y atacados. El último repunte anarquista serio vivido en España se produjo en los años finales de la dictadura y el principio de la Transición, aunque jamás llegó a tener la fuerza que mostró a principios del siglo XX.

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